Antes de comenzar a hablar de cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos, conviene
dedicar unas líneas a comentar por qué motivo nuestro hijo nos cuenta poco (o nada) acerca
de sus sentimientos, experiencias a lo largo del día, problemas, inquietudes, etc.
Es muy común que nosotros, los padres, demandemos en ellos la revelación de estos asuntos
de forma espontánea, como si una actitud abierta a comunicarse con nosotros fuese algo que
viene dado de forma natural. No obstante, lo cierto es que en muchos casos nos encontramos
con niños y adolescentes que se muestran reacios a expresar aspectos como los indicados más
arriba. Esto puede deberse a múltiples factores, siendo los más comunes que ellos no se
sientan escuchados, que no aceptemos sus reacciones emocionales o que seamos nosotros los
primeros que no nos comuniquemos adecuadamente con ellos.
De esta forma, a continuación se proponen unas sencillas pautas que, aplicándolas de forma
progresiva y constante, fomentarán en nuestros hijos una actitud más comunicativa:
Cuando escuchemos, hagámoslo de verdad
Seguro que el concepto de “escucha activa”, a estas alturas, no resulta desconocido, y es que
es una de las prácticas más potentes para incentivar que nuestros hijos nos expresen sus
sentimientos, preocupaciones o, simplemente, nos cuenten qué tal les ha ido en el colegio o
en el instituto.
En primer lugar, debemos poner toda nuestra atención en lo que nuestro hijo nos cuenta y
dejar de lado otras actividades.
Tampoco deberíamos interrumpirle con comentarios acerca de lo que nos dice, críticas,
correcciones, etc. Simplemente, dejar que se exprese libremente.
Puede suceder que realmente estemos ocupados en algo urgente y no podamos prestarle la
atención de forma adecuada. En ese caso, le diremos que es un mal momento, explicándole
por qué, y le propondremos mantener esa conversación en otro momento.
Además, también es recomendable que expresemos las mismas emociones que nuestro hijo
mientras él nos cuenta un determinado suceso. Por ejemplo, si nos cuenta algo que le ha
alegrado, nosotros podremos alegrarnos con él, compartiendo ambos esa emoción.
Por último, es conveniente agradecerle que haya compartido con nosotros lo sucedido, que
haya solicitado nuestra opinión o que haya tenido el valor de contarlo.
Aceptemos lo que ellos sienten
Cuando nuestros hijos nos cuenten que se sienten tristes, enfadados, frustrados o de cualquier
otra forma, es recomendable que demos valor a esas reacciones emocionales y les
transmitamos que comprendemos que se sientan así.
Es importante que entendamos que no podemos controlar cómo nos sentimos respecto a un
determinado suceso, por lo que una forma de proceder en estas situaciones es aceptar que
ellos se sientan de esa forma, sin juzgarles por ello.
Más tarde, podremos buscar una solución entre todos o ayudarle a ver lo sucedido desde otra
perspectiva.
Seamos modelos para ellos
Se trata de “predicar con el ejemplo”. No podemos exigir o esperar que alguien se comporte
de una forma determinada cuando nosotros somos los primeros en no hacerlo. Si queremos
que nuestros se comuniquen con nosotros, debemos hacerlo nosotros también.
Una buena idea es dedicar unos minutos al día para hablar con nuestros hijos y contarles qué
tal nos ha ido en el trabajo, qué hemos hecho a lo largo del día, algo que nos haya alegrado o
entristecido, etc.
Además de fomentar en ellos una actitud más proclive a comunicarse con nosotros, estaremos
fomentando el desarrollo de un vocabulario emocional más amplio, la expresión verbal de
emociones, el etiquetado emocional (ponerle nombre a lo que sentimos) y la comprensión de
las relaciones entre sucesos, emociones y consecuencias de tales reacciones, además de
mejorar sustancialmente la relación con nuestros hijos.
Adrián Pérez
Psicólogo