En numerosas ocasiones las familias que llegan a ANHIDA verbalizan su desgaste físico y/o emocional con frases del tipo “no podemos más”, “estamos sobrepasados”, “es que no hay un día que podamos estar tranquilos/as” …Indirectamente, a través de estas verbalizaciones las familias ponen de manifiesto que se han pasado mucho tiempo afrontando responsabilidades y demandas del día a día (tanto laborales, de familia, sociales, etc.), dejando de lado la parte personal, es decir, lo que realmente uno mismo necesita.

¿Y por qué llegamos a este punto?

Porque en los momentos de estrés se tiende a filtrar y a priorizar las diferentes responsabilidades para poder “llegar a todo”. En esa priorización siempre se elimina el tiempo para uno mismo, aunque a veces ni se contempla, ya que justamente es lo que parece menos importante e incluso resulta un acto de egoísmo, generando sentimientos de culpa cuando se ha decido tomar un respiro.

Pero… ¿realmente es lo menos importante?

Seguramente digáis que sí. Puede ser lo menos importante en base a la ansiedad y el malestar del momento para llegar a todo a corto plazo, pero a largo plazo se notarán esas consecuencias como, por ejemplo, estar más irritables con la pareja y/o hijos/as, sentirse desbordados, tener olvidos y despistes recurrentes, sentirse cansado/a la mayor parte del tiempo, tener comunicación agresiva, reacciones explosivas más frecuentes y recurrentes …manteniendo estos comportamientos hasta que sea insostenible.

Las familias tienden a exigirse más de lo que pueden dar y hacer, lo que conlleva a sentir agotamiento y ansiedad por las responsabilidades diarias o querer hacerlo todo a la vez y no fallar en nada.

Se insiste mucho a los menores que avisen de cuando no se sientan bien, que tienen que relajarse, que piensen antes de hablar, pero… ¿alguna vez lo habéis intentado vosotros?

Resulta sencillo decirlo, pero aprender a darse cuenta de que estamos cansados, ansiosos o irritables y saber parar a tiempo es también una forma de cuidado. Esta cuestión es precisamente el primer paso para manejar el estrés y poder afrontar adaptativamente las diferentes situaciones del día a día y, de este modo, ser más efectivos en todas las esferas vitales.

Entonces…¿qué puedo hacer para tener el tiempo de calidad?

Para cada uno el tener tiempo de calidad es muy diferente, siendo primordial conocer qué cosas se pueden hacer para poder disfrutar y aplazar otras responsabilidades. Aunque inicialmente parezca “perder el tiempo” en realidad permitirá ganar bienestar, eficacia, energía y calidad para afrontar el resto de las demandas.

Del mismo modo que las propias responsabilidades se cumplen incluso aunque supere nuestras capacidades, es esencial incluir el tiempo de calidad en nuestro día a día.

Nuestras recomendaciones:

  • Hacer una lista de cosas agradables, ya que cuando se ha eliminado el tiempo de calidad, se llega al punto de desconocer qué cosas son las que nos agradan y permiten tener pequeños momentos de disfrute.
  • Establecer durante un tiempo como obligación el “tiempo fuera para respiro” con una duración determinada para adquirir como hábito la habilidad de relajarse y poder usarlo en situaciones más estresantes.
  • Cuando se enfrenten situaciones que puedan hacer perder el control, es importante prestar atención a las señales corporales y a los pensamientos (interpretaciones) que aparecen en esas situaciones.
  • Preguntarse si realmente es necesario e importante esa situación que me genera tanto malestar.
  • Establecer límites a determinadas demandas y de este modo crear relaciones más sanas con el entorno.