Seguro que más de una vez has sentido que hagas lo que hagas, estás tomando la decisión equivocada con tus hijos. Si trabajas muchas horas, sientes que no pasas suficiente tiempo con ellos. Si reduces tu jornada, te preocupas por la economía familiar. Si les pones dibujos mientras intentas hacer la cena, te invade la culpa por la sobreexposición a las pantallas. Y si no lo haces, acabas cocinando con un niño colgado de cada pierna, lo que tampoco parece la mejor opción para la seguridad alimentaria.
Esta continua sensación de elegir siempre la opción mala es lo que conocemos como disonancia cognitiva.
¿Qué es entonces la disonancia cognitiva?
Básicamente, es el choque mental que se produce cuando nuestras acciones no encajan con nuestras creencias o valores. Nuestro cerebro podemos decir que cortocircuita y nos envía esa desagradable sensación de incomodidad que nos hace dudar, justificar o incluso cambiar nuestras decisiones.
El psicólogo Leon Festinger fue el primero en hablar de esto allá por los años 50. Explicó que, cuando vivimos una contradicción entre lo que pensamos y lo que hacemos, intentamos reducir ese malestar ajustando nuestra percepción de la realidad.
Vamos con ejemplos para que lo entiendas mejor (y para que veas que no estás solo en esto).
El día a día de la disonancia cognitiva en la vida familiar
🔹 El caso de la tablet maldita
Tienes claro que quieres criar a tus hijos sin pantallas. De hecho, hasta te has leído estudios sobre cómo afectan al desarrollo infantil. Pero, un día, necesitas 20 minutos de paz para terminar una reunión en casa y le pones algo educativo para que vea en la tablet.
Aquí es cuando tu cerebro se divide en dos bandos:
- Equipo culpa (“Has caído en la trampa de las pantallas, ¿ves? Primero 20 minutos, luego una hora… en un mes le estás comprando un iPad.”)
- Equipo justificación (“Bueno, ha sido solo un rato… y además, elegí un contenido educativo. Casi mejor que si estuviera pintando la pared con rotuladores.”)
🔹 El eterno debate de la comida
claro que quieres que tu hijo coma de forma saludable. Sin ultraprocesados, sin azúcares, sin comida rápida. Pero ese día estás cansada, sin ganas de cocinar y con poco alimentos en la nevera así que acabáis pidiendo una pizza.
Disonancia cognitiva en acción:
- Pensamiento original: “Mi hijo debe comer sano.”
- Acción real: “Acaba de cenarse una pizza que tiene más conservantes que queso.”
- Estrategia para calmar la mente: “Bueno, al menos llevaba tomate y el tomate es verdura, ¿no?”
🔹 El momento gritos (aunque dijiste que nunca gritarías)
En tu cabeza, eras de esos padres zen que solucionan todo con calma y diálogo. Pero un día, después de repetir 15 veces “ponte los zapatos” y viendo que vas a llegar tarde a trabajar y que tu hijo va a llegar tarde al cole, te sale un “¡QUE TE PONGAS LOS ZAPATOS YA!” a un volumen por encima de lo desado.
Tu cerebro, en conflicto:
- “Soy un desastre de padre/madre, gritar no es la forma correcta de educar.”
- “Bueno, es que estaba al límite. Cualquiera en mi situación habría hecho lo mismo.”
Y así, cada día nos enfrentamos a pequeñas (o grandes) disonancias cognitivas que nos llevan a la culpa.
¿Cómo gestionar disonancias cognitivas sin perder la cabeza?
1️⃣ Normaliza la contradicción: No eres perfecto, ni falta que hace. Todos tomamos decisiones que no siempre encajan con nuestros ideales. Eso no te convierte en mal padre o madre, te convierte en humano.
2️⃣ Cuestiónate los extremos: A veces, nuestras creencias son demasiado rígidas. Pregúntate si realmente es tan grave o si podrías flexibilizar un poco sin que se acabe el mundo.
3️⃣ Elige tus batallas: No puedes ser un 10 en todo. Si priorizas la alimentación saludable, igual no pasa nada porque haya pantallas de vez en cuando. Si tu prioridad es pasar más tiempo con tus hijos, tal vez la casa no esté siempre impecable.
4️⃣ No te compares (ni con Instagram, ni con la vecina perfecta del parque): La crianza está llena de matices que no siempre se ven desde fuera o que normalmente no se muestran en redes sociales. No dejes que la presión social amplifique tu disonancia cognitiva.
Criar es un equilibrio constante entre ideales y realidad. Y, en el fondo, lo que más recordarán tus hijos no es si un día cenaron pizza o vieron vídeos en la tablet para que tú asistieras a esa reunión online del trabajo, sino cómo los hiciste sentir.
Así que la próxima vez que sientas culpa, respira hondo y repítete:
lo estoy haciendo lo mejor que puedo… y eso ya es mucho.
Juan Ramos
Psicólogo