A pesar de que no todos los niños diagnosticados de TDAH presentan problemas de comportamiento (rabietas, expresión inadecuada de enfado u otras emociones, conductas desafiantes u oposicionistas, etc.), con frecuencia nos encontramos con que la principal dificultad a la que las familias deben hacer frente es precisamente un comportamiento disruptivo en el ámbito doméstico, el cual afecta, en muchos casos, a la convivencia entre los integrantes de la familia.
Este deterioro de las relaciones entre los integrantes de la familia tiene como resultado que los momentos de convivencia se vivan como situaciones aversivas, en las que predominan emociones como la frustración, el enfado o la ansiedad, siendo esto una importante fuente de malestar.
Para salir de esta situación, en la que la convivencia se ha vuelto un problema, existen multitud de técnicas, estrategias y aspectos importantes a tener en cuenta pero, ¿por dónde empezar?.
A continuación se presentan diez aspectos fundamentales en los que debemos trabajar para lograr que aumente la calidad de la convivencia en nuestro hogar.
Primer paso: establecemos unas normas de convivencia básicas
Es aconsejable que estas normas (pautas de conducta que indican qué se debe o no debe hacer), se acuerden entre padres e hijos y se escriban en un cartel, que estará en un lugar visible de la casa. Además, es conveniente que se indique cuál será la consecuencia de no seguir esas normas.
También es importante que todos los integrantes de la familia que convivan (no solo los niños o adolescentes) cumplan esas normas.
Segundo paso: reforzamos la aparición de cualquier conducta adecuada
No se trata de que reciban un regalo por cada cosa que hagan “bien”, sino de dedicarles unas palabras amables o una sonrisa o cualquier otro gesto de afecto cuando se comporten adecuadamente. No tienen por qué ser conductas extraordinarias, sino comportamientos como dar las gracias o pedir perdón, esperar el ascensor sin impacientarse, intentar calmarse tras un enfado, etc.
En algunos casos de comportamiento disruptivo intenso, un comportamiento susceptible de reforzamiento puede ser, simplemente, ser capaz de ver la televisión tranquilamente o jugar una partida de “Fortnite” sin enfadarse.
Tercer paso: aplicamos consecuencias negativas ante comportamientos inadecuados
Así como existen multitud de técnicas de modificación de conducta indicadas especialmente para el desarrollo de conductas (refuerzo, moldeado, encadenamiento, etc.), también se han desarrollado técnicas para lograr la disminución de las mismas.
En este artículo tan solo hablaremos brevemente de una de ellas: la sobrecorrección. Esta técnica consiste en que la persona que lleva a cabo la conducta inadecuada ha de remediar o compensar (en exceso, exageradamente) las consecuencias de dicha conducta. Por ejemplo, un niño jugando con la pelota dentro de casa, rompe un jarrón. Si aplicamos esta técnica, el niño deberá recoger los trozos del jarrón y tirarlos a la basura. Además, deberá barrer el suelo y después fregarlo. Esta técnica es muy valiosa, ya que además de castigar conductas indeseadas, favorece el aprendizaje y permite el refuerzo de conductas deseables.
Adrián Pérez
Psicólogo
BIBLIOGRAFÍA:
Encinas, F. J. L. (2008). Técnicas de modificación de conducta .
Terrón, Á. (2019). TDAH. Estrategias para impulsar el desarrollo integral (1. a ed.). CEPE.