Imaginemos este artículo como tantas de esas películas policiales en las que los agentes tienen un chivatazo o, simplemente, ciertas sospechas sobre esa persona por ser reincidente o ser el típico sospechoso habitual sobre algún tema concreto.

Después de ver a la pareja de policías hablando sobre cual será la estrategia y hasta donde pueden apretar en la imagen se ve un fundido a negro tras el cual aparece un plano general de la estancia.

Se ve una mesa, a un lado de ella tenemos al sospechoso y al otro, dos sillas para los agentes que van a realizar el interrogatorio. Sobre la mesa podemos ver un par de vasos de agua y el típico flexo con su bombilla de luz cálida dispuesta a iluminar el rostro del sospechoso para que los agentes puedan descubrir alguna pista en su lenguaje no verbal.

A estas alturas de la película todas tenemos claro que no van a cesar en su empeño hasta sacarle toda la información al sospechoso y para ello le tenderán trampas, le engañarán, falsearán datos o incluso tratarán de emplear el chantaje, el refuerzo positivo (dinos un nombre y te dejaremos marchar), el castigo positivo (como sigas sin hablar te daremos una descarga eléctrica) o el refuerzo negativo (dime lo que quiero escuchar y hablaré con el juez para que reduzca tu pena de prisión).

¿Ves similitud con la hora de comer en tu casa?

Yo sí que se la veo, será por lo que nos cuentan los niños y niñas o sus familias. Dicen que es habitual que la hora de comer se aproveche para tratar de hablar y mantener una buena comunicación en familia y esto … ¡Es genial!, pero … ¿sabes cuál es el problema? Que estamos tan preocupados por nuestros hijos e hijas, que queremos siempre lo mejor para ellos y ellas y esto, en ocasiones, nos lleva a realizar interrogatorios casi casi como el que te he expuesto antes de una típica película americana.

En este interrogatorio de la hora de comer como padres y madres buscamos indagar en aquellos ámbitos que nos preocupan o en el que creemos que nuestra hija o hijo con TDAH puede ser más dado a caer en “maldades, delitos, problemas o como lo queramos llamar”, llegando a verse situaciones similares a la peli que está sirviendo de hilo conductor de este artículo.

-¿Qué tal en el insti?

-Bien

-¿Todo bien?

-Sí

-¿Estás seguro?, Hoy tenías inglés y con la profe no es que te lleves muy allá

-Todo bien

-¿No has tenido ningún problema con la profe?

-No, todo ha ido bien

-¿Y le llevaste los deberes?

-Sí

-¿Iban bien?

-Supongo

-¿Cómo que supongo?, ¿Eso es que iban mal?

-No lo sé

-¿Cómo que no lo sabes? ¡Seguro que no estabas atento durante la corrección, ya estamos como siempre, después nos llamarán diciendo que te la rascas en clase”

– No empieces papá

-¿Cómo que no empiece? Esta es mi casa y pregunto lo que quiero. ¡Cómo me entere que la estás liando te quedas sin play una semana! ¿Me escuchas …?

– Lo que tú quieras

Seguro que podríamos alargar mucho más el diálogo pero ya veis por dónde van los tiros, la hora de comer es un momento maravilloso para tener conversaciones y disfrutar en familia, pero para ello, lo mejor es que el tema sea distendido o del interés de la mayoría de los asistentes. Evita aquellos temas que pueda hacer que se sientan incómodos o juzgados, sino lo único que vas a conseguir es que contesten siempre con monosílabos y, además, estén constantemente a la defensiva pensando que estás buscando la manera de intentar descubrir que son culpables de algo, es más, puede llegar incluso a darse la situación de que busquen sus propias estrategias para evitar en la medida de lo posible tener que comer sentados en la mesa con el resto de la familia.

Por si esta explicación y su recomendación final no te ha acabado de conquistar me he reservado un buen as en la manga para hacer un cierre que llegue directo a tu corazoncito, querido lector.

Retrocede unos cuantos años atrás y recupera de tu memoria autobiográfica esas cenas y comidas de celebraciones como nochebuena o fin de año, visualiza a esos familiares que veías de pascuas en ramos pero que siempre tenían las temidas preguntas en los momentos más inoportunos:

¿qué tal las notas?, ¿ya tendrás novio verdad?, ¿para cuándo las notas?, ¿cuándo tienes pensado sacarte la carrera, porque a este ritmo …?, ¿para cuándo la boda?, ¿ya estaréis pensando en tener hijos verdad?, ¡Date prisa que se te pasa el arroz! …

Es probable que en esos momentos odiases muy fuerte a estos familiares y es que son situaciones muy incómodas y seguro también que tú tenías tus estrategias, te sentabas lejos de ellos, procurabas estar poco tiempo en la mesa o contestabas a todo con monosílabos para evitar que emitieran muchas preguntas.

Tú decides si hacer que tus hijos e hijas se sientan así a diario o si prefieres que el tiempo de la comida sea para hablar de otras cosas y tratar de tener momentos agradables, ya habrá otras ocasiones para sacar esos temas más espinosos y que sin lugar a duda hay que tratar de solucionar.

Si has  llegado hasta el final del artículo te doy mi enhorabuena, a mi que lo acabo de releer para corregir posibles gazapos me ha costado llegar hasta el final del tirón, así que muchas gracias por dedicar tu tiempo a leer estas líneas.

Juan Ramos

Psicólogo.