La Asociación Nacional de Pediatría define el bullying como: “una serie de amenazas hostiles, físicas o verbales que se repiten, angustiando a la víctima y estableciendo un desequilibrio de poder entre ella y su acosador.”

Este acoso es algo que siempre ha estado ahí y que, a no ser que consigamos cambiar mucho las cosas va a seguir presente cuando nazcan las próximas generaciones. Lógicamente nadie querría que sus hijos o hijas pasen por este proceso, sin embargo, es algo que se escapa en cierto modo de nuestras manos.

Cambiemos pues el foco y centrémonos en lo importante, no puedo evitar que esto suceda, entonces ¿qué es lo que está en mi mano? Pues algo sumamente importante es hacer que nuestra casa sea un lugar seguro para nuestros hijos y, en caso de que sufran bullying seamos los primeros en enterarnos lo más rápido posible para, de ese modo, ser capaces de ponerle solución, pero …

¿Cómo consigo que mi casa sea ese lugar seguro?

En primer lugar debemos hacer de nuestra casa desde pequeños se normalice hablar de emociones, todos estamos tristes o enfadados en ocasiones, todos nos hemos sentidos avergonzados o frustrados. El que los adultos hablemos abiertamente de emociones ayudará a los menores a que llegado el día ellos nos cuenten como se sienten ante eso que les ha sucedido.

Punto dos, dejemos de invalidar sus emociones con frases del tipo “no te quejes que no es para tanto”, “deja de llorar por eso que es una tontería” u otras similares, ¡aprendamos a validar sus emociones!, permitámosles estar tristes cuando pierden un cromo o enfadarse cuando sienten una injusticia. Si no se sienten apoyados cuando nos muestran sus emociones es probable que no nos cuenten aquello que les preocupa o sucede.

Para acabar destacar un elemento fundamental que es factor de protección ante el bullying, su autoestima. Hagámosles crecer con una sana autoestima, acostumbrémonos a decirle a nuestros hijos aquellas cosas que hacen bien, lo que apreciamos de ellos y nos hacen estar orgullosos.

Lamentablemente vivimos en una sociedad en la que principalmente ponemos el foco en las cosas malas o aquellas que no se hacen como nos gustaría, pero, en pocas ocasiones reforzamos aquellas cosas bien.

Estos puntos no acabarán con el bullying pero permitirá que nuestros hijos tengan un lugar dónde comunicar lo que les está pasando.

Juan Ramos Diez

Psicólogo.