Cuando nos encontramos ante un posible caso de TDAH el protocolo debe comenzar por una evaluación exhaustiva del caso de cara a buscar el un diagnóstico correcto, imprescindible para un tratamiento efectivo de cara a paliar los síntomas nucleares del trastorno y la posible aparición y presencia de problemas y trastornos asociados. Los tratamientos en el TDAH deben realizarse desde una perspectiva multimodal y de acuerdo a las características y circunstancias del afectado y deben de estar compuestos por una serie de componentes claves que garantizan el éxito del tratamiento:

La Aceptación Activa

La Psicoeducación como proceso previo a cualquier tratamiento o intervención terapéutica aborda el trastorno desde una perspectiva global y realista, trabaja la aceptación del trastorno desde el individuo y su familia y es el lugar donde el sujeto y su familia van a partir para alcanzar las metas terapéuticas, personales, familiares y de futuro. La Psicoeducación reporta beneficios a nivel de autoestima, entendimiento del trastorno y sus limitaciones, mejora la motivación y el interés por la terapia, y establece las bases del compromiso por parte del afectado y su familia hacia la mejora terapéutica y personal.

Cuando tanto el afectado como la familia entienden y conocen el trastorno y lo ven desde una perspectiva global no sólo favorecemos la aceptación activa del trastorno, sino que reconocemos las responsabilidades propias de cada miembro dentro de su tratamiento, buscamos las maneras de potenciar las fortalezas y entrenar las debilidades, evitar aspectos como la culpabilización y el etiquetaje, y asumimos el proceso terapéutico como un proceso de mejora y desarrollo tanto del niño como de la familia.

Actitud Positiva ante el tratamiento

La manera en la que afrontamos el proceso terapéutico determina en gran medida el éxito de éste. Encarar el proceso terapéutico con motivación, interés, ganas de trabajar en cooperación con los diferentes especialistas, profesionales y personal docente, es primordial de cara a manejar con eficacia las posibles situaciones que vayan surgiendo.

Mostrar una actitud positiva y de esfuerzo y positiva implica comportamientos de ayuda y apoyo tanto al niño/a como al resto de los miembros de la familia, confianza en los diferentes profesionales implicados en el caso, afrontamiento de los problemas desde una visión realista pero al mismo tiempo optimista reconociendo las mejoras y los aspectos positivos, actitud conciliadora, predisposición a participar en el tratamiento (escuela de padres, reuniones con los docentes, reuniones con el servicio médico, intervención psicológica, intervención en el hogar, etc.)

Como padres y familiares cercanos debemos enseñar a nuestros hijos y adolescentes a afrontar el proceso con actitudes positivas, siendo nosotros mismos modelos y ejemplos de ello. Hablarles con un vocabulario claro pero adecuado a su edad, darles apoyo cuando tienen problemas en la escuela o con los compañeros, mostrarles sus capacidades y puntos fuertes, ayudarles a manejar sus dificultades, ayudarles a que puedan expresar sus emociones, ayudarles en la resolución de los conflictos y reforzarles de forma positiva aquellos retos, logros y metas que van obteniendo animándoles a que poco a poco vayan estableciendo nuevas metas.

En el caso de los adultos que padecen TDAH, las intervenciones psicológicas ayudan a estos adultos a modificar sus propios sentimientos y a trabajar sobre las emociones negativas, a tomar perspectivas realistas, a manejar los conflictos emocionales, a afrontar los medios, y a plantarse objetivos vitales y de desarrollo personal

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Objetivos Realistas, expectativas Alcanzables

La intervención psicológica ayuda a los niños y adolescentes con TDAH a desarrollar su capacidad de autocontrol, a potenciar sus capacidades cognitivas, a manejar la sintomatología nuclear del trastorno, a gestionar y controlar la frustración, a mejorar y entrenar la socialización, a desarrollar estrategias de afrontamiento, trabajar el desarrollo personal y a tratar los problemas emocionales y entrenar en el manejo de habilidades y estrategias de funcionamiento para el día a día.

De cara a evitar que la desmotivación, la indefensión aprendida, el rechazo, la frustración o una baja autoestima por no alcanzar los retos y las expectativas del entorno cuando planteemos objetivos terapéuticos y académicos es fundamental que éstos sean alcanzables, individualizados, conseguibles y ajustados a unas expectativas realistas.

En el caso de los niños con TDAH el planteamiento inicial debe comenzar con metas y objetivos a corto plazo, de acuerdo a sus dificultades y características sintomáticas, y a su potencial de desarrollo. El objetivo de un objetivo realista es la obtención de un logro y una recompensa positiva, lo que favorecerá la motivación y el esfuerzo en la tarea y una actitud positiva de cara al planteamiento de nuevos retos.
El grado de exigencia de los objetivos (académicos, familiares, sociales, personales, terapéuticos) debe ser siempre en función del abanico de posibilidades y de los resultados anteriores obtenidos, el estilo de aprendizaje. Una vez que conseguimos ir aumentando este nivel de dificultad y exigencia en las tareas, el planteamiento deben estar dirigidos hacia objetivos más a largo plazo y que impliquen un esfuerzo y un trabajo mayor.

Implicación Familiar

Los padres y familiares cercanos del afectado deben aceptar, comprender e implicarse de forma activa en el tratamiento del hijo/a y deben coordinarse con los Servicios Sanitarios Infanto-Juveniles y con el Centro Escolar siendo el núcleo de coordinación del resto de apoyos y servicios de atención del afectado.

La implicación familiar es otro punto clave en el éxito del tratamiento como agentes de intervención directa dentro del ámbito familiar y como coterapeutas de las intervenciones educativas, psicoterapéuticas y médicas.

La implicación familiar en el tratamiento abarca las siguientes funciones por parte de sus miembros:

  1. Terapia de Psicoeducación.
  2. Participación y asistencia a Escuelas de padres y grupos de apoyo y programas de padres
  3. Entrenamiento en habilidades y estrategias de gestión del TDAH en el ámbito familiar
  4. Reestructuración y organización de la dinámica familiar
  5. Técnicas de modificación de conducta dentro del sistema familiar y social
  6. Entrenamiento en Técnicas de manejo del estrés y la ansiedad
  7. Coordinación con los centros escolares y el Servicio médico.

Intervención y Seguimiento Médico

Para lograr éxito en el tratamiento es imprescindible encontrar un buen profesional en el que los padres puedan confiar, que acompañe y dé apoyo a los padres y la familia y que impulse al niño/a a salir adelante. Los padres han de tener una actitud positiva, deseos de aprender, informarse y educarse, aceptar su labor de co-terapeutas, al igual que el profesorado que están en contacto con el niño, quienes deben al igual que los padres aprender a manejar el trastorno para lograr en ellos un buen desarrollo.

Las orientaciones y recomendaciones médicas y terapéuticas realizadas por parte del equipo médico que atiende al niño de cara a aspectos farmacológicos, médicos, nutricionales, de hábitos saludables, de prevención de riesgos, de mejora sintomática, deben quedar recogidas en el informe clínico no debe limitarse a informar del diagnóstico, donde el apartado “sugerencias” debe ser uno de los apartados más importante y completos para que pueda ser más efectivo el tratamiento.

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Implicación Educativa

Para evitar el fracaso escolar en los niños/as con TDAH y obtener éxito en el rendimiento y los resultados académicos, es necesario que haya una implicación educativa activa. El alumnado con TDAH precisa más estructura y organización, más frecuencia en las consecuencias positivas y mayor inmediatez de éstas, más consistencia en las consecuencias negativas, y reajustes especiales o adaptaciones curriculares en su caso para el desarrollo de sus tareas.

Esta implicación educativa en el tratamiento debe traducirse en una intervención psicopedagógica que ayude a mejorar el rendimiento académico del niño o adolescente en la escuela mediante la reeducación psicopedagógica y la intervención a través de adaptaciones curriculares, medidas específicas y acciones dirigidas a la mejora de su adaptación escolar y académica así como a reducir así los efectos negativos del TDAH en relación a su aprendizaje y competencia académica.

Los focos de la intervención escolar y psicopedagógica son:

  1. Estrategias y manejo del alumno con TDAH en el aula
  2. Formación del profesorado y personal docente sobre el TDAH
  3. Dificultades de aprendizaje y problemas cognitivos asociados
  4. Protocolo de actuación familiar-escuela
  5. Protocolo de actuación del profesorado
  6. Protocolo del servicio de orientación
  7. Legislación educativa de atención a la diversidad para TDAH

Coordinación entre los agentes de intervención

La comunicación entre padres, médicos, psicólogos y personal docente debe ser fluida y coordinada, para presentar todo el equipo docente y médico una idea homogénea al niño, y no existan fisuras o desacuerdos con respecto a su diagnóstico y posterior seguimiento y tratamiento.

Los padres deben comunicar e informar por tanto, al centro escolar de las recomendaciones y orientaciones terapéuticas de cara a actuar con el niño/a, las posibles consecuencias o efectos esperables del tratamiento farmacológico o de los derivados de la propia sintomatología, de cómo abordar mejor los problemas del niño de acuerdo a sus características y de todas aquellas dudas que el profesorado plantee con respecto al caso.

El establecimiento y la continuidad de los objetivos terapéuticos y académicos prescritos desde los diferentes servicios o agentes de apoyo, en el hogar del niño/a, es fundamental para la adquisición de hábitos positivos de comportamiento y el desarrollo de habilidades y capacidades dirigidas a obtener una adaptación óptima.

Los principales agentes mediadores y el núcleo de coordinación deben ser los padres del afectado.

Objetivo: Funcionalidad

El objetivo final de toda intervención o tratamiento con un afectado de TDAH debe ser la funcionalidad. El éxito del tratamiento dependerá del grado de adaptación que tenga el niño a los diferentes entornos: social, académico/laboral, familiar, y personal.

Que el afectado pueda establecer relaciones sociales y de compañerismo óptimas, que responda a los objetivos académicos y a las demandas académicas a través de las diferentes etapas educativas, que sea capaz de llevar una vida organizada, pautada con hábitos saludables y de conducta positiva, que desarrolle estrategias de cara a controlar la sintomatología propia del trastorno, que adquiera herramientas internas de cara a solucionar de la forma más eficaz los posibles problema que surjan en el día a día, que establezca canales positivos de comunicación y expresión emocional, que desarrolle al máximo su potencial personal y sus capacidades y aptitudes intelectuales cognitivas, personales, emocionales, académicas y sociales y que tanto el afectado como su familia y entorno más cercano tengan una buena calidad de vida, supondrá que el tratamiento ha sido efectivo, adecuado y exitoso.