En la primera parte de este artículo se ha visto de qué forma podemos practicar nuestra habilidad para prestar atención a las conductas deseables de nuestros hijos y cómo lograr que se mantengan e incluso aumenten, al mismo tiempo que compartimos tiempo con ellos, favoreciendo una relación saludable.

A continuación se proponen una serie de herramientas útiles para lograr una mejora global en el comportamiento de nuestros hijos.

Paso 3: Demos órdenes más eficaces

El primer paso consiste en reducir de forma drástica el número de órdenes que damos a lo largo del día: debemos centrarnos solamente en aquellas cosas que son importantes (NOTA: puede parecer que esto contradice lo indicado en el “paso 3”. Nótese que aquí se habla de órdenes y el en paso anterior se habla de “favores”, donde se busca principalmente aumentar las posibilidades de que obedezca).

Así, algunas consideraciones a la hora de dar órdenes son:

  • No demos órdenes en forma de pregunta (“¿por qué no recoges ahora los juguetes?”): usemos un tono firme y directo.
  • Demos una sola orden cada vez.
  • Cuando demos una orden, asegurémonos de que no existan distracciones en  ese lugar y que nos presta atención.
  • Es útil pedirle que repita la orden para asegurarnos de que lo haya entendido.

Paso 4: Identifiquemos las conductas no deseables que estemos reforzando

Es muy frecuente que, sin que nos demos cuenta, reforcemos conductas que en realidad queremos que desaparezcan.

Es el caso, por ejemplo, de cuando nuestro hijo dice “tacos”. Aquí es habitual que les regañemos, es decir, que les prestemos atención. Podríamos pensar que una “bronca” es algo siempre aversivo, pero lo cierto es que muchas veces actúa como reforzador, al obtener el niño nuestra atención. Sin embargo, cuando se expresan adecuadamente, sin usar “tacos”, no les prestamos tanta atención ni hacemos hincapié en lo que nos agrada que lo hagan de esa forma.

Por tanto, debemos estar atentos a las conductas que deseamos que desaparezcan y que estamos reforzando para dejar de hacerlo. Esto es lo que se conoce como extinción, es decir, dejar de reforzar una conducta para que, como consecuencia, deje de llevarse a cabo.

Paso 5: Castiguemos las conductas inapropiadas

Una forma muy eficaz de lograr que disminuyan las conductas inapropiadas es aplicar la técnica conocida como “tiempo fuera”, que consiste en retirar al niño de la situación de refuerzo. Veamos un ejemplo:

Imaginemos que deseamos que nuestros hijos dejen de pelearse cuando juegan entre ellos. En este caso, les diremos a nuestros hijos que a partir de ahora, quien se comporte de forma inadecuada durante el juego (si pegan, insultan, gritan, rompen juguetes, etc.), se les retirará de ese lugar durante un tiempo (como norma general, en torno a un minuto por año que tenga el niño).

Para ello, debemos observar esta situación de juego para identificar quién es el que “empieza” a comportarse de forma inadecuada, causando un conflicto. A continuación le indicaremos qué es lo que está haciendo mal y aplicaremos el tiempo fuera, retirando a nuestro hijo de ese lugar  y llevándolo a otro en donde estemos a solas con él.

En caso de existir quejas por parte de nuestro hijo, se le indicará que el tiempo de castigo no comenzará hasta que estas se extingan.

Cuando el tiempo finalice, le pediremos que nos diga por qué le hemos castigado y le felicitaremos por haber cumplido el tiempo de castigo.

Consideraciones finales

En este artículo se han propuesto una serie de herramientas cuya aplicación tiene como objetivo la mejora del comportamiento de nuestros hijos.

Se considera importante hacer hincapié en que esta mejora no solo depende de que apliquemos determinadas técnicas de modificación de conducta sino de que, además, establezcamos con nuestros hijos una relación saludable, basada en la confianza y en la comprensión de sus dificultades.

Una forma muy eficaz de mejorar la relación con nuestros hijos es jugando con ellos. Para ello podemos servirnos de multitud de juegos de mesa con los que, además de fomentar aspectos tan importantes como la tolerancia a la frustración, la atención e incluso la empatía, serán una oportunidad idónea para compartir un tiempo de calidad en familia.